13 de Mayo 2019
<< Volver a novedadesAsí se hizo mi empresa: “El Chajá”: los cuchillos que van de Villa Italia al país
A
metros de los cuarteles, en el epílogo de la calle Figueroa, José Luis Vázquez tiene su mundo propio: “El Chajá”, una fábrica de cuchillos nacida en 1994 y convertida en una pyme familiar dedicada a la cuchillería de calidad. En esta edición de “Así se hizo mi empresa” –la sección que promueve la Cámara Empresaria de Tandil-, Vázquez historió el recorrido de una fábrica que elabora cuchillos desde Villa Italia y se distribuye en todo el país.
-¿De dónde le viene el amor por los cuchillos?
-De mi padre. Él no producía pero era un gran vendedor, se dedicaba al rubro de las golosinas, y un día a través del consejo de un amigo ingresó a la venta de cuchillos. Viajaba mucho. Él debe haber sido una de las pocas personas que distribuyó la cuchillería de Tandil en toda la Argentina. Sus giras eran a Misiones, Córdoba, Jujuy, Mendoza, y hasta el día de hoy con 87 años sigue en el rubro. Fue el quien nos motivó para iniciar la fabricación.
-¿Y cómo empezó usted?
-Yo estudié en Olavarría, me recibí, fui jefe de mantenimiento en Metalúrgica Tandil durante 23 años hasta el 2006 donde renuncié para ampliar aquí junto a mis dos hijos lo que ya había nacido en otro lugar de forma incipiente. Nosotros empezamos con mucho sacrificio esta pequeña empresa, pyme, con poco personal y todo de manera artesanal. Y después nos fuimos tecnificando en el rubro que pensamos que había que poner algo de tecnología. Desde 2007 estamos instalados acá.
-¿Y el primer lugar físico del taller cuál fue?
-Cerca de mi casa, en Serrano a una cuadra de Brasil. Empezamos en un garaje con dos personas que eran ex trabajadores de Simbra, una firma ya se había desarmado. Tenían esa experiencia, con eso quiero decir que empezamos a hacer cuchillos de calidad desde el principio.
-¿Cuál es la identidad del cuchillo que fabrica?
-Nosotros hacemos el cuchillo criollo en todos sus tamaños, básicamente en acero al carbono, si bien hace algo menos de diez años incorporamos el inoxidable. La cuchillería criolla no sólo es el clásico facón sino también la daga, el cuchillo de monte y demás cuchillas. El argentino tiene una cultura cuchillera muy importante, similar a la del sur de Brasil donde están los famosos gauchos muy parecidos a nosotros. En toda esa región se aprecia lo que es la cuchillería criolla.
-¿Y qué pide en general el cliente?
-El cliente en un 85% pide lo que es el puñal de 14 centímetros, es lo que nosotros llamamos el puñal de plato. Y el resto va en cuchillería grande que es más para el paisano, porque no olvidemos que en este caso el cuchillo también es una herramienta y le sirve para cortar alambre y como destornillador con la punta.
-O sea que buena parte de la clientela la tienen en el campo…
-En el cliente final, sí. Nosotros básicamente no tenemos distribuidores sino que vendemos desde aquí. O sea tenemos gente que nos compra a nosotros y luego vende los cuchillos a negocios por toda la Argentina. Ese es el circuito comercial de nuestra empresa. Y después hay una pequeña cantidad de gente que va a las ferias de campo y venden en forma directa al consumidor.
-¿Cuál es el secreto para hacer un buen cuchillo?
-Partiendo de tener personal idóneo el secreto está en el buen material y el temple. Una de las características del cuchillo es la dureza porque mantiene el filo. Si un cuchillo es relativamente duro en el filo nos garantiza que va a cortar siempre. El cuchillo cuando corta bien, cuando mantiene el filo, pasa a ser un amigo. Para llegar a eso se necesita partir de un buen material que lamentablemente en Argentina hace muchos años dejó de fabricarse, y el templado o endurecimiento de cuchillos tiene que estar muy bien hecho, controlado por máquinas y bien realizado. Ahí está el mayor secreto, pero siempre dependiendo de que el grupo de gente que trabaja sea idónea en el tema, que esté bien preparada. Aquí ahora somos mis dos hijos, un ex empleado que sigue con nosotros y yo.
-¿Por qué “El Chajá”?
-Es una historia la marca… Yo quería ponerle un nombre relacionado al campo y cuando fuimos a registrar la marca llevamos dos nombres nada más. Pero claro, en un registro dentro de ese rubro ya había muchísimas marcas registradas. Nos quedaban “El Chajá” y “Fuerte Independencia”, que me parecía muy largo. Al final fabricamos con “El Chajá”. En 1992 registramos la marca y en el 93 comenzamos a fabricar.
-Lo último, ¿cómo van surfeando la crisis y una situación económica muy complicada?
-Nos cayeron mucho las ventas. Llegamos a ser en un momento cerca de diez personas trabajando en la fábrica, pero hoy vendemos un 25% de nuestra capacidad de producción. Es terrible, sobre todo porque la crisis también afectó a la clase media.
-¿Qué busca el cliente que compra un cuchillo de su empresa?
-Que el cuchillo le resulte ameno y le sirva, que sea una buena herramienta. Que no tenga ninguna alteración, mantenga el filo y corte.
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